Por: David R. Jacobs Ph.D.
Todos sabemos que el ejercicio mejora nuestra aptitud
física, pero mantenerse en forma puede también aumentar nuestra capacidad
intelectual.
No estamos completamente seguros de como sucede, pero la evidencia
apunta a varias explicaciones. Primero, para mantener una función cognitiva
normal, el cerebro requiere un constante suministro de oxígeno y otros
químicos, llevados a través de los vasos
sanguíneos.
El ejercicio físico (incluso actividades simples como
lavar los platos o pasar la aspiradora) ayuda a que circule la sangre, rica en
nutrientes, de forma eficiente a través del cuerpo y a mantener los vasos
sanguíneos sanos. Ejercitarse aumenta la creación de las mitocondrias –las estructuras celulares que
generan y mantienen nuestra energía- tanto en nuestros músculos y cerebro, lo
que podría explicar la ventaja mental que obtenemos después de un
entrenamiento.
Estudios muestran también que aumentando el ritmo cardiaco podemos mejorar la neurogénesis- proceso por el cual se generan nuevas neuronas- en adultos.
Estudios muestran también que aumentando el ritmo cardiaco podemos mejorar la neurogénesis- proceso por el cual se generan nuevas neuronas- en adultos.
A pesar de todo este mecanismo, Existe evidencia
abismal que está revelando una fuerte relación entre el ejercicio físico y la
función cognitiva. En el 2014 un estudio publicado en Neurology, encontró que la actividad física tiene una influencia
extensa y de larga duración en el rendimiento cognitivo.
En el estudio, se siguieron a 2,747 personas sanas con
edades entre los 18 y 30 por 25 años. En 1985 evaluaron su condición física
usando una prueba de esfuerzo: Los participantes caminaron por una pendiente
que se hizo cada vez más empinada cada dos minutos.
En promedio, caminaron durante 10 minutos, alcanzando una
velocidad de 3.4 millas por hora y con una inclinación de 18 porciento (una
cuesta bastante empinada). Los participantes de más bajo rendimiento duraron
siete minutos y los de más alto rendimiento unos 13 minutos. Una segunda prueba
de esfuerzo que se realizó en el 2005 revelo que los participantes habían
disminuido sus niveles de actividad
física con la edad, como se esperaba, pero los que estuvieron en mejor forma en
1985 también eran más propensos a estar en forma 20 años después.
Sin embargo buscaron también saber cómo la condición
física puede afectar la agudeza mental
en una edad madura. Por lo que cinco años más tarde, en el año 2010, sometieron
a los participantes a una serie de pruebas cognitivas, evaluación de la memoria,
velocidad de procesamiento, función
ejecutiva, indicadores de nuestra capacidad de aprender, razonar y solucionar
problemas. Encontrándose que las personas con mejor condición física en 1985
obtuvieron en un 10% mejor resultado en las pruebas, comparado con el resto de
los participantes, una modesta pero importante diferencia.
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