Por Emily Deans M.D.
Una de las mayores diferencias entre nuestro actual estilo de vida y el de nuestros antepasados es la distancia que tenemos de nuestro entorno natural debido a la creciente urbanización. Pero ¿esto impacta en nuestra salud mental?
Una de las mayores diferencias entre nuestro actual estilo de vida y el de nuestros antepasados es la distancia que tenemos de nuestro entorno natural debido a la creciente urbanización. Pero ¿esto impacta en nuestra salud mental?
Históricamente, el remedio para
la enfermedad mental, era enviar a alguien a un lugar tranquilo en el campo o a
la orilla del mar, fuera del bullicio de la ciudad. La popularidad de las
vacaciones en hermosos parques nacionales, campamentos o incluso zonas verdes
en la ciudad para despejar la mente puede que tenga evidencia empírica.
Recientemente, científicos han estado estudiando con mayor rigor la idea de una
terapia de naturaleza.
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Según estudios, crecer en áreas
rurales correlaciona con menor respuesta de estrés. Además, exponerse a áreas
verdes correlaciona significativamente con bienestar subjetivo en un estudio
longitudinal de dos décadas. Imágenes y sonidos del ambiente natural puede
disminuir el estrés en personas expuestas a estímulos negativos. Una encuesta realizada sobre salud mental y vecindarios con áreas verdes en Wisconsin
demostró una correlación significativa con niveles bajos de depresión, ansiedad
y estrés.
El grupo del Dr. Gregory Bratman,
en Standford, publicaron una serie de artículos en el que se muestra los
resultados de un experimento.
En el estudio, se hizo caminar a voluntarios saludables por 5 kilómetros. Un grupo de ellos caminó por calles concurridas y otro grupo por áreas cercanas a la bahía y con vista además a las montañas. Este último grupo mostró disminución en los niveles de ansiedad, rumiación y emociones negativas, e incluso un mayor desempeño en tareas cognitivas que el otro grupo. Luego de hacer análisis con resonancia magnética en ambos grupos, se observó que los que caminaron por la naturaleza habían reducido la actividad en una región específica del cerebro (corteza prefrontal subgenual) asociada con la rumiación y la preocupación.
En el estudio, se hizo caminar a voluntarios saludables por 5 kilómetros. Un grupo de ellos caminó por calles concurridas y otro grupo por áreas cercanas a la bahía y con vista además a las montañas. Este último grupo mostró disminución en los niveles de ansiedad, rumiación y emociones negativas, e incluso un mayor desempeño en tareas cognitivas que el otro grupo. Luego de hacer análisis con resonancia magnética en ambos grupos, se observó que los que caminaron por la naturaleza habían reducido la actividad en una región específica del cerebro (corteza prefrontal subgenual) asociada con la rumiación y la preocupación.
En conclusión, en un mundo en el
que nuestro cerebro trabaja demasiado y rumia ideas y se preocupa, exponerse a
la naturaleza parece ser una alternativa viable.
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